En cierta ocasión escuché a un conferencista hacer la siguiente pregunta: ¿Qué creen ustedes que es más fácil ganarse la lotería de New York con un ticket o que estemos aquí en esta conferencia?
Y todo el mundo respondió: ESTAR AQUÍ
Yo pensé: ¿por qué hacer esa pregunta, si aparentemente ganar la lotería de New
York deberla ser más difícil?
Pues, como dice la gente, ganar la lotería es verdaderamente una lotería. Este señor que daba la conferencia, luego preguntó: ¿Cuántas generaciones han transcurrido en la humanidad para que ustedes hayan nacido? Fue cuando caí en cuenta de lo que este expositor quería decir.
La humanidad tiene una existencia, según estudios antropológicos, de 10 mil años. Si calculamos cuántas generaciones hay en 100 años y determinamos que sean alrededor de 5, significa que en 1.000 años hay 50 y esto nos lleva a concluir que en l0 mil años hay unas 500 generaciones. Si tomamos conciencia de que la existencia de cada uno de nosotros es producto de personas que se fueron reproduciendo a lo largo de esas 500 generaciones, esa cuenta es una poderosa gráfica para ver nítidamente la fortuna de haber nacido.
Saquemos otras cuentas. En cada hombre de esas 500 generaciones que son parte
de mis antecesores, se produjeron diariamente millones de espermatozoides y en
cada mujer podrá madurar a lo largo de su vida unos 300 óvulos, por lo que había
un espermatozoide que tenía que ver con la existencia de cada uno de nosotros
y, por otra parte, un óvulo que debía madurar y ser fecundado para que diera
vida a cada persona que me antecedió.
Hagámonos la siguiente pregunta: ¿Cuántas son las combinaciones que se pueden dar entre millones de espermatozoides y 300 óvulos, multiplicado por 500 generaciones? Respondiendo a esta interrogante es cuando nos percatamos de que ganar la lotería de New York es un evento sencillo, comparado con los eventos reproductivos que conducen, finalmente, a la existencia del ser humano que cada quien es en el presente y, a lo mejor, está leyendo este libro.
Haber nacido es un milagro, ser la persona que está escribiendo este libro es
un milagro. Solo Dios puede ser la explicación para este fenómeno existencial
de las infinitésimas posibilidades de la vida que explican la infinita matemática...
la filosofía acerca de nuestra existencia podría ser una cuestión de probabilidades,
pero haber nacido es sencillamente milagroso.
Aprender a dar gracias en todo momento, particularmente por la vida, nos lleva a valorar cada día nuestra existencia. Cuando alguien te pregunte qué es más fácil. Ganar la lotería de New York o haber nacido, debes responder sin dudar: Ganar la lotería es una cuestión de probabilidad, haber nacido es un verdadero milagro, no tengo más nada que decir.
EL ESPERMATOZOIDE QUE ME DIO LA VIDA
Después de nacer, aceptar que nacimos ganadores es la primera verdad que todos debemos aprender a profesar con la absoluta convicción de que es así.
Somos producto del esfuerzo de una célula ganadora. Después de ese primer momento vital, la célula que se forma de la unión de ese espermatozoide y el óvulo, comienza una división acelerada mágica, que da crecimiento exponencial a la vida de cada ser. Esta célula que era única, se parte en dos, en fracciones de segundos, luego estas dos en cuatro, luego ocho, después en diez y seis, luego el doble y así hasta que se forma la persona que somos, átomo a átomo.
Con la velocidad que salió disparado el espermatozoide a la caza del óvulo y la subsiguiente acelerada división celular, podemos decir que aprendimos en un primer momento a correr, la vida nos premió en un principio con la capacidad para competir, nos indujo a buscar una meta, a hacer foco en un punto y correr sin detenerse hasta llegar.
Qué impresionante es pensar en este momento que estoy diseñado biológicamente para ganar. Pero veamos que también estamos diseñados para esperar.
ESPERAR PARA GANAR
En contraparte a esa velocidad con la cual comenzó nuestra vida,
luego debimos esperar pacientemente hasta que llegara el momento crucial, el día
de nuestro nacimiento, ese instante que marca el famoso cumpleaños.
Los primeros meses de nuestra vida los pasamos en un vientre donde todo era estable, un estado de tranquilidad y total equilibrio. Nuestra madre respiraba por nosotros y a través de un cordón recibíamos los nutrientes vitales para cumplir nuestro desarrollo.
Para que se formaran totalmente cada uno de nuestros órganos, debimos aguardar pacientemente durante nueve meses acunados por el vientre de nuestra madre. Esta etapa nos dotó, de forma natural, de una capacidad opuesta a la anterior. Era necesario que aprendiéramos a esperar, pues hay un tiempo para madurar, un tiempo para pasar de una etapa a otra.
Qué ironías tiene la vida, a veces hay que correr para ganar y otras hay que esperar, pero el fin último es ganar, ya que de cualquier manera, en nuestra existencia no hay ni una partícula que explique la actitud perdedora.
Todo nuestro ser está diseñado cuidadosamente para ganar.
Pero, ¿Cuándo correr y cuando esperar?
Cada ser humano deberá aprender a discernir el momento para correr y competir
con éxito y, por otra parte, detectar el momento para esperar. Lo que sí está
claro es que no podemos detenernos cuando es tiempo de correr, ni correr
desesperadamente cuando es tiempo de esperar. Esta habilidad se aprende de
manera natural a lo largo dela vida; vamos descubriendo los momentos, ayudados
por otros que ya han transitado por los caminos donde hoy nos desplazamos.
Abre tu mente. Presta atención a los consejos útiles, esos que te ensenan a un mejor vivir, sin perder tu propio criterio, reconociéndote como un ser responsable contigo mismo, pues las riendas de tu vida las debes llevar tu mismo, eres tu quien decide esperar o seguir. Nunca permitas que nadie tome decisiones por ti. Toda decisión debe ser tomada de tomada personal y es de esa manera como verdaderamente podrás crecer y ser dueño de tu propio devenir.
TRANSFORMACION PERMANENTE
Cuando asomamos nuestra cara al mundo, la vida nos
cambió de manera dramática: cambiamos ese vientre estable por un mundo
agitado en el que todo es complicado, inestable y difícil de manejar, un
mundo en el cual sobre todo debíamos aprender a valernos por nuestros
propios medios.
Nacimos y nos cortaron el cordón umbilical. Era el momento de aprender a alimentarnos y a respirar por nuestra cuenta Por eso, a ese primer encuentro con este mundo se le conoce como trauma del nacimiento. Ese trauma, según cada caso, es más o menos severo. La madre en ese proceso sufre, pero el trabajo de parto representa también un sufrimiento para el bebé. Está sucediendo un cambio radical en su existencia La vida comienza a ser distinta.
Si nos imaginamos qué se preguntara un recién nacido cuando ocurre semejante cambio, sería algo así corno: -¿Y ahora, de qué voy a vivir? La respuesta seria: -Tranquilo, chamo, que tu mamá está capacitada para alimentarte, y la madre ofrece su pecho para que se alimente su hijo y así éste supera la pnmera angustia existencial.
Al detenernos a pensar con mayor profundidad en lo que significan estos cambios, descubriremos que hay dos maneras de enfocar la evolución de la vida, o perdemos cosas que teníamos y nos generaban seguridad o adquirimos cosas nuevas que nos brindan mayor crecimiento.
Sin embargo, muchas personas aprenden a vivir apegados a la idea de que están perdiendo pero no ven lo que están ganando. Crecer significa que no hay pérdidas, hay cambios, hay nuevas experiencias, aprendizajes y ganancias. Es verdad, llega el momento de que ya no tienes el cordón umbilical, pero tienes la leche materna
Aprender a ver cuánto has ganado y no cuanto has perdido, es la actitud más potenciadora del éxito en todo lo que una persona tiene que afrontar.
CAMBIAR: ¿PERDER O GANAR?
La vida sigue el rumbo hacia el cambio permanente, ¿perdiendo
o ganando? Eso lo define cada uno.
Comenzamos a madurar físicamente, aprendemos a caminar y nos salen los dientes y luego viene el destete. Es como la pérdida de su segundo cordón umbilical, y podríamos preguntarnos de nuevo:
Nos detenemos muchas veces a contemplar demasiado tiempo, aquello que estamos "perdiendo" sin percatarnos de que estamos evolucionando Insisto en esta enseñanza porque es la base para avanzar con éxito hacia la búsqueda de una vida en plenitud.
Desde nuestro nacimiento hasta el tiempo actual, han ocurrido sin duda muchos eventos, incidentes, cambios, desajustes, es decir, toda una suerte de situaciones en las que coexisten la ganancia o la perdida. Dependerá de cada quien, fijar la mirada en lado u otro.
Dejamos de alimentarnos de la leche materna, ese poderoso elixir que tenía todos los nutrientes, todas las vacunas, una especie de predespacho de la naturaleza para fortalecernos. Aunque éramos dependiente de una madre, ella no iba a tener leche toda la vida. Dicho de otra manera, significaba pasar a ser más independientes y valernos por nuestra propia cuenta. Aumentamos la variedad de alimentos y ganamos más capacidad de sobrevivencia.
Lo que quiero decir con todo este recorrido, es que a lo largo de nuestra vida todo ha sido cambio, dejar una etapa para pasar a otra superior. Sin embargo, muchas personas siguen funcionando de que el cambio representa perdida; por ello, se resisten y cada entapa de sus vidas viene cargada, generalmente, de la nostalgia por la etapa que se deja y de un evidente malestar por tener que asumir ese nuevo estadio en su vida, que a veces es un nuevo esquema, un nuevo estilo, otra casa, otro sistema o sencillamente una nueva situación.
A lo largo de nuestra vida, todo ha sido cambio. Dejar una etapa para pasar a otra superior.
Ustedes recuerdan que cuando éramos niños y nos comenzaron a
salir los dientes, los contábamos día a día, alegres de que cada día nos salían
más, los mostrábamos con orgullo a nuestros familiares adultos, pero luego vino
lo inesperado: se nos empezaron a caer, y nos comenzamos a angustiar. Quizás en
nuestras mentes las interrogantes eran... pero
¿por qué se caen si estaban tan bien? Nos costó aceptar que esos primeros
dientes eran débiles, pero solo eran los adecuados para esa etapa inicial, y
que debían desaparecer para que dieran paso a otros dientes fuertes y
permanentes. Sentíamos que perdíamos nuestros bellos dientes, nos incomodábamos,
no queríamos abrirla boca para no exhibir nuestras encías desnudas. Si hubiera
sido por nosotros, nos hubiéramos quedado con esos dientes débiles que ya
teníamos, en vez de tener que esperar por otros, sin la seguridad de que
saldrían.
En el fondo, estábamos ganando pero ¿cómo aprender a ver eso?
Aprender a ver que todo ha sido un proceso para ganar, requiere de revisar nuestro pasado y descubrir en cada etapa, en cada evento, que todo tenía una razón originada en la ganancia.
Desde que nacimos hemos sido expuestos a un sin número de cambios, y todavía existen personas que se resisten a admitir que esos cambios eran necesarios para crecer.
Resulta difícil para mucha gente ver el lado positivo en cada evento de sus vidas.
Los invito a cambiar de actitud, a abrir los ojos y ver en todo la parte de ganancia, porque cuando aprendemos a ver las pérdidas y no las ganancias, empezamos a tener miedo a cualquier cambio y sufrimos una especie de ceguera que nos impide des- cubrirlo bueno que hay en cada situación.
Ver en los cambios la ganancia hacia nuevas etapas, resulta para muchos un trabajo arduo pero necesario para vivir el presente y con una permanente apertura hacia el futuro.
Muchas personas se encuentran atadas a la permanencia, cerradas a la evolución y a los cambios. No logran ver que 1os cambios traen siempre nuevas experiencias, nuevos aprendizajes, haciéndonos más aptos para sobrevivir en cualquier ambiente.
Las etapas de la vida se deben asumir con optimismo, olvidando aquello que ya no tenemos y apreciando lo que tenemos en el presente, aprendiendo cada día y adaptándonos a los nuevos esquemas. Eso significa aprender a vivir.
Los cambios son una constante prueba a nuestra inteligencia.
Crece en tu inteligencia, adaptándote de forma rápida y segura a las propuestas o exigencias que provienen de tu entorno, pues en la medida en que nos resistimos al cambio, en esa misma medida estamos perdiendo nuestra capacidad de seres superiores por nuestra inteligencia. Cerrarse a los cambios es despreciar la posibilidad de adquirir nuevas capacidades para enfrentar nuestra vida con éxito.
Sin duda, nuestra inteligencia se relaciona de forma directa
con la capacidad de adaptación que podamos tener en cualquier entorno.
Definitivamente, la inteligencia del hombre está asociada a su capacidad para
enfrentar los cambios.
CADA ETAPA UNA GANANCIA
Observando y escuchando todos los días a tanta gente con quien comparto por causa de mi trabajo, me doy cuenta de que nos distraernos en tantas cosas negativas dejando de ver el lado bueno de cada experiencia de vida. Hacemos foco en lo que no sir- ve o na funciona, obviándolo bueno que sucede.
Mucha gente vive en el pasado, conectada con la nostalgia y lamentándose por aquello que quizás no volverá, recordando experiencias dolorosas o traumáticas que nos desalientan, lo cual muchas veces nos impide llevar a nuestra mente los recuerdos maravillosos de nuestro pasado, que nos energizan y nos ayudan a redescubrir el gran sentido que ha tenido nuestra vida.
Y eso es: NO SABER VIVIR
Hemos pasado por muchas etapas y yo, con este libro, estoy invitándote a conectarte positivamente con los cambios de tu vida, con cada momento, para descubrir ese lado iluminado del camino, que por tu actitud oscureces.
Todos los aprendizajes de nuestra vida están asociados a cambios biológicos, psicológicos, sociales y espirituales Recordemos que aprendimos a caminar, a hablar y empezamos a conocer este mundo gracias a un proceso de cambio acelerado, de cambio de nuestro cuerpo y mente.
Asumir los cambios con total optimismo, es una fórmula esencial de lo que llamaremos en este libro aprender a vivir.
La vida no está escrita, sino que la vamos escribiendo cada día, con la inspiración que nos produce cada vivencia.
El guión de tu vida lo vas creando con tu propio andar, nada es malo o bueno a priori, solamente hay experiencias y caminos transitados, que si no fuese por ese andar y por esas vivencias no estarías en este momento donde estás.
Si continuáramos recordando nuestro pasado, identificando las distintas etapas, pudiéramos pensar cuánto hemos dejado o cuánto hemos aprendido; podemos pensar cuánto hemos perdido o cuánto hemos ganado.
Dependiendo de la posición de vida, tendremos dos realidades
como seres humanos. Seremos seres en constante evolución, orientados al cambio,
abiertos a una nueva vivencia cada día, llenos de expectativas sobre nuestro
futuro o, al contrario, seremos seres anclados en un pasado, cerrados a las
nuevas realidades posibles y con el peso a cuestas dela nostalgia que produce
aquello que ya no es, colocando la etiqueta equivocada que dice: otra pérdida.
¿DEJAR O ADQUIRIR?
Esta es una gran pregunta para poder descubrir los elementos nuevos y positivos que vienen amarrados a los cambios. Hazte las siguientes preguntas:
¿Dejaste? o ¿adquiriste?, ¿perdiste? o ¿ganaste?
La respuesta la decides tú.
Pero esta dependerá en gran medida de nuestro estado interno de satisfacción, alegría o entusiasmo por lo nuevo, o el sentimiento de nostalgia y tristeza por lo que tenemos que dejar atrás.
El verdadero aprendizaje consiste en asumir que la vida es
dinámica, no se detiene, que todo está en constante cambio y que cada
día vendrá algo nuevo. Por lo tanto cada día presente debe vivirse con
entrega total, aprovechando el momento al máximo, sin la angustia de que este
presente, mañana será pasado, sino más bien agradeciendo al
Creador poder vivir cada experiencia y abrirse siempre a recibirla con el
pensamiento fijo de que con el ella vendrán muchas cosas positivas.
CADA ETAPA DE LA VIDA TIENE SU ENCANTO
Cuando éramos niños pensábamos como niños y actuábamos como niños. Mirábamos a los adultos como seres controladores, normativos y a veces como mal encarados. Muchos adultos nos infundían temor y hasta nos inhibían.
Cuando éramos niños resultaba muy difícil comprender al adulto, su mundo es tan diferente al de un niño, su esquema de pensamiento está tan influenciado por su experiencia, por los códigos sociales y depende tanto del qué dirán, que muchas veces no se da el permiso que se da un niño de hacerlo que solo la curiosidad le pide.
De niños expresábamos lo que sentíamos, sin ninguna diplomacia, decíamos lo que nos parecía, sin importar lo que los demás podían pensar de nosotros, era la etapa de experimentar todo, curiosear hasta el cansancio, disfrutar de cada cosa que la vida nos permitía.
El niño es la expresión pura de la pasión y la emoción, sin otro objetivo que experimentar, ver y sentir. El antojo de un niño no está condicionado. Es lo que quiere, lo quiere y punto. Por eso, el adulto no puede comprender a un niño, él no tiene otra medida que obtenerlo que quiere, aunque sólo sea por un segundo. De niños dormíamos cuando queríamos, comíamos lo que nos parecía y rechazábamos aquello que no nos gustaba, no existía el criterio de lo que conviene, predominaba el criterio de lo que me gustaba.
De esa etapa de niños debemos revivir la pasión, que en la etapa adulta se merma, o muchas veces desaparece. Debemos ser los seres sanos que fuimos de niños, expresar lo que sentimos y procurar hacerlo que nos gusta, aquello que nos llena el alma y nos da gozo.
De niños nos metíamos en problemas por ser caprichosos, por nuestra impaciencia y la carencia de diplomacia para decir las cosas.
Cuando llegamos a ser adultos debemos ser mucho más
discretos, más diplomáticos y tener más paciencia y tolerancia, pero nunca
perderla pasión, encontrar el gusto por lo que hacemos, el disfrute permanente
y convertir todo como en una especie de juego, donde la diversión sea un factor
esencial en la vida de nosotros.
Y de adolescente, su capacidad de riesgo y su emprendimiento,
De adolescentes inventábamos un viaje sin mayor complicación a la playa era cuestión de un traje de baño o de un short. Nuestra mente estaba continuamente cargada de ideas por realizar, todo se veía más fácil y además posible. De adolescentes veíamos a los adultos como una traba para todo, una amenaza para nuestros sueños. Muchas veces sentíamos que nos limitaban en nuestro ímpetu por llegar a ser grandes e importantes.
Para el adulto que busca la seguridad y analiza la vida como si fuera un "Búho", no es fácil poder entender a un adolescente que ve todo como posible, una etapa en la que se cree que todo se puede resolver, porque piensa y acciona como un "Pavo Real".
Del adolescente debemos mantener la fuerza para el logro, su
gran capacidad para asumir riegos y su desbordante energía. Recordemos
siempre que la pasión es la energía que nos mantendrá hasta que lleguemos a
cumplir nuestras metas.
Cuando un adulto ha perdido la pasión y la espontaneidad de cuando era niño y
desapareció la capacidad de inventar y hacer con la fuerza del adolescente, ese
adulto empieza a convertirse en un ser apagado, sin brillo y sin fuerza para
lograr algo más en su vida, Cuando llegamos a la adultez, nuestra mirada
al mundo es diferente, hemos aprendido con la vida a ver el mundo de manera distinta.
Es lógico que de niños la mirada sea una, de adolescentes otra, de adultos otra.
Pero lo que siempre debe estar presente es la capacidad de ver el lado bueno
del mundo. Que podamos seguir curioseando como cuando éramos niños, soñando y
actuando con la gran energía que teníamos cuando adolescentes, para así poder
aprovechar el mundo actual en el que vivimos.
Ahora que somos adultos, debemos mirar a los más jóvenes y adolescentes y
contagiarnos de su entusiasmo y energía, tomar un poco de su irreverencia,
revivir los sueños y combinar esos elementos con lo que tenemos ahora de
adultos, la sensatez y la cordura, nuestra capacidad de análisis, juicio y
sentido de previsión. Ahora que somos adultos, contactémonos con, la gran
capacidad que tienen los niños para curiosear, disfrutar y ser espontáneos.
Contagiémonos de la capacidad que tienen de divertirse, pues el alma de un niño
está diseñada para disfrutar.
Sé que ya no somos niños, jóvenes o adolescentes, pero en ellos están muchas
claves para volver a descubrir un mejor sentido en nuestras vidas. Dejemos que los
niños, jóvenes y adolescentes nos recuerden en parte aquello que nos hace falta
para vivir la vida con más plenitud.
Cada etapa se debe superar, pero debe mantenerse el aprendizaje que nos ayude a
ver siempre el lado maravilloso que siempre hay en nuestra vida.
ACTIVIDAD
- PARTE I. CRUCIGRAMA - GLOSARIO
- Organice las siguientes palabras en forma de crucigrama: Milagro, Vida, Probabilidad, Humanidad, Generación, Célula, Espermatozoide, Ovulo, Feto, Niño, Adolescencia, Matemáticas, Infinito, Ganar, Aprender, Actitud, Perder, Aptitud, Cambiar, Generaciones, Célula, Niño, Jóvenes, Adulto, Adolescente, Pubertad, Soñador, Sensatez, Cordura, Antojo, Pasión, Responsabilidad, Diplomacia, Paciencia, Tolerancia, Optimismo, Emprendimiento, Amor, Paz, Oportunidad, Pesimismo, Seguridad, Creencia, Curiosidad, Nostalgia, Etapa, Ganacia, Emoción, Sentir y Transformación.
- Ordene las palabras anteriores alfabeticamente desde la A hasta la Z y con la ayuda del diccionario definala con sus propias palabras.
- PARTE II. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN
Profe cuál es lo de la segunda actividad
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